alda Moran
En los oscuros días de mi depresión, encontré un rayo de luz en el arte digital. Cada pincelada en la pantalla era como una caricia a mi alma, un desahogo de emociones contenidas que se transformaban en colores vibrantes.
No era solo una terapia, sino un renacer creativo, donde los lienzos digitales se convirtieron en mi refugio y en la voz de mi silencioso interior.
Así, en medio de la tormenta, nació una pasión inesperada que iluminó mi camino y me dio una nueva razón para seguir adelante.
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